Excursión Ruinas de San Ignacio | Cataratas de Iguazú
Patrimonio de la Humanidad
Patrimonio de la Humanidad
Las ruinas de las reducciones de San Ignacio Miní, constituyen el recurso turístico por excelencia de la ciudad y una de las principales de la provincia de Misiones en Argentina.
San Ignacio Mini, Santa Ana, Loreto y Santa María la Mayor fueron declaradas Patrimonio Universal de la Humanidad por la UNESCO en el año 1984. Se localizan en el noreste de la provincia de Misiones en Argentina y son las ruinas jesuíticas de los siglos XVII y XVIII más grandes y mejor conservadas.
Este subtrópico Sudamericano, supo albergar una vez, una de las experiencias históricas, sociales y culturales más extraordinarias de la experiencia humana. Fue cuna y albergue de las misiones jesuítico-guaraníes en el siglo XVII, vestigios de las mismas pueden ser visitados en extensión y profundidad acompañados Por las mejores guías del sitio. El valor de las mismas ha sido reconocido por UNESCO al declararla sitio de patrimonio. El grado de conservación del conjunto, muros perimetrales, templo, talleres, viviendas familiares y la plaza, permiten apreciar cual fue el trazo urbano de la monumental obra que los guaraníes, guiados por los padres Jesuitas llevaron adelante.
La partida se efectúa con el pick up desde los hoteles de Puerto Iguazú, y nos dirigimos al camino de las misiones jesuíticas de San Ignacio Miní. Luego de un tiempo libre para un excelente almuerzo en alguno de los restaurantes de lugar o visitar la feria de artesanías, regresamos hasta dejarlos en sus hoteles originales. La excursión es apta para todo público y su valor es accesible. Se combina con Minas de Wanda.
Salidas Regulares: Lunes, Miércoles y Sábados. Reconfirmar por eventuales modificaciones en tiempo de protocolos por COVID-19
En San Ignacio Mini los recuerdos, como espíritus, toman cuerpo reviviendo su historia, en el mismo lugar de los hechos. Y rodean a los visitantes conduciéndolos hacia una experiencia única: La de vivir la historia en primera persona.
Actores virtuales, efectos multimedia y un deslumbrante despliegue artístico y tecnológico hacen de San Ignacio Mini, Imagen y Sonido una nueva forma de experimentar la historia.
El servicio regular de excursión San Ignacio nocturno incluye:
Salidas regulares Lunes, Miércoles y Sábados 7:00 Hs aproximadamente. Regreso: 18:30 hs. Corroborar en tiempo de Pandemia por COVID-19
En el año 1607, FELIPE III encomendó, a través de una cédula real, a la Compañía de Jesús, la evangelización de los indígenas sudamericanos para acabar con el inhumano sistema de las «encomiendas». Esta compañía había sido creada por San IGNACIO DE LOYOLA.
Fueron fundadas, entonces, las Misiones Jesuíticas, que tenían como objetivo evangelizar a los pueblos originarios de los actuales territorios de Argentina, Paraguay, Brasil, Uruguay y Bolivia. Junto a sus misioneros, San Ignacio de Loyola, inició un trabajo legendario, logrando integrar treinta pueblos organizados con más de cien mil aborígenes.
La misión de San Ignacio representa la manera en la cual se ordenaban los otros pueblos que se iban constituyendo a la par, siguiendo el planeamiento urbano de tipo español de la época:
Una amplia plaza cuadrada o rectangular en el centro , la Iglesia, la casa que habitaban los misioneros, las escuelas, los talleres, los depósitos de alimentos, un cementerio, una casa para las viudas, etc.
A su alrededor se alineaban las casas de los indígenas. La casa de los misioneros no ostentaba posesiones diferenciales, excepto por el modo de clausura que obtenían con cañas tacuaras en las aberturas. Se dice que la Iglesia tenía un púlpito dorado y estaba adornada con esculturas, pinturas, y un altar mayor también tallado en madera.
Su convivencia fue muy respetuosa en relación a otros encuentros españoles – nativos en Latinoamérica. Esto consistió en el gran diferencial de trabajo llevado a cabo.
La expulsión de los jesuitas en 1767 supuso un golpe irreparable. La población indígena decreció sensiblemente en los años posteriores. Disminuyó notablemente la producción de alimentos, dificultando la subsistencia de estos pueblos, que se redujeron a menos de un cuarto en la cantidad de sus pobladores.
San Ignacio, además, fue destruida en 1817 por tropas paraguayas.
En la actualidad, hemos heredado sus riquezas arqueológicas, y también su música, los sabores de su gastronomía, la escultura en madera, entre otras.
"Dios nos dio la tierra y nos creó todos los elementos
necesarios para vivir en ella. También nos dio las reglas a
seguir para utilizar estas cosas correctamente.
Tradicionalmente no utilizábamos estas piedras para
construir nuestras casas. Pero nuestros antepasados
pidieron permiso al espíritu guardián de las piedras para
levantar las misiones. Este fue concedido, por tratarse de
algo bueno y necesario.
Hoy en día, las construcciones de San Ignacio Miní ya no
ocupan este lugar, pero el espíritu protector continúa
presente en el sitio. Estas piedras están vivas.”
Itatí Brizuela, comunidad Mbya
En el año 1696, a orillas del río Yabebirí la misión de San Ignacio Miní fue establecida en el lugar en el que hasta hoy se preserva. Su estilo edilicio se denomina "barroco - guaraní". Se estima que en ella vivían alrededor de 4000 personas hacia el año 1715.
En su construcción edilicia, en San Ignacio se empleó el asperón rojo, que es la piedra local, en grandes bloques. Tal ha sido la dimensión de los trabajos, que, pese a años de deterioro, la mayor parte de los muros siguen en pie.
En los talleres en que trabajaban los aborígenes dirigidos por los maestros jesuitas. Ellos eran muy diestros conocedores de labores artesanales y el trabajo se distribuía entre grabadores, impresores, fundidores de metales, fabricantes de instrumentos musicales. También estatuarios, pintores y decoradores.
Hoy tenemos la fortuna de dejarnos deslumbrar por la visión que las piedras rojizas proponen. A través de columnas y capiteles frontales decorados con ángeles que testimonian el lenguaje estético de su época y lugar en la historia.
A nivel técnico, si se quiere, su arte goza de una vibrante de libertad expresiva que se debatió entre dos criterios. Por un lado, a través de las directivas de los maestros jesuitas, quienes llegados de Europa trajeron consigo el arte decorativo imperante de la época. Por otro lado, la exuberancia que imponía la propia naturaleza selvática como encuadre. Nació de estos conceptos el singular arte en hoy vemos en las Ruinas de San Ignacio, que superponen motivos heráldicos, ángeles, volutas, arabescos.
Una de los motivos favoritos es una sirena esculpida en el frontispicio que sonríe misteriosamente.
Su presencia en el lugar? ¡Las sirenas formaron parte del místico mundo de alta mar en muchas culturas! El material orgánico empleado ha desaparecido, pero el arte en la piedra sobrevivió al tiempo y al abandono. En la década de los 1940 comenzó la protección y restauración de las ruinas de San Ignacio Miní.
Detalle de Pórtico Principal de San Ignacio Miní
Herrajes de misiones jesuíticas en San Ignacio Miní
Detalle de Pórtico Principal de San Ignacio Miní
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