La escritora Marguerite Yourcenar describió muy acertadamente a Tokio hace muchísimos años, “No se trata de una ciudad sino de un conjunto de ciudades”, y pude comprobar que tenía razón.

Pero quien tiene el protagonismo hoy, en mi relato, es el escritor Haruki Murakami, nacido en Kioto en el año 1949. Sus libros, unas 20 obras traducidas al español, nos brindan la oportunidad de conocer Japón antes de visitarlo, sus personajes recorren cada rincón de distintas ciudades y en diferentes décadas.

Murakami vivió en Tokio y conoce muy bien su cultura, su gente y sus códigos.

Antes de convertirse en un escritor mundialmente famoso, fue dueño de un bar, junto a su amada Yoko, su actual esposa.

Allí tuvo trato directo con empresarios, oficinistas y bohemios, muchos de ellos han servido de inspiración para sus novelas.

“Los años de peregrinación del chico sin color”, cuenta la historia de un ingeniero de trenes sumido en la nostalgia, algunos hechos de su adolescencia, aparecen a modo de flash back, en el barrio de Shinjuku. El escritor dedica páginas enteras a describir solamente la estación de trenes.

Existe un recorrido “”turístico literario” en el barrio de Shinjuku: la universidad prestigiosa y privada de Waseda, los cafés que frecuentan sus personajes, las líneas de trenes, las librerías y los parques mencionados en su obra.

Shinjuku, tiene una energía muy especial, lo mismo sucede con otros lugares de Japón, el presente está en contacto permanente con el pasado. Y el futuro no se queda atrás, en todo su ambiente tres tiempos en uno, es fascinante.

Desde el aeropuerto de Narita podemos tomar el tren Narita Express hasta la estación de Shinjuku, un trayecto de no más de 80 minutos.

Desde el aeropuerto de Haneda se tarda 60 minutos con la línea Kekyu hasta la estación Shinagawa y allí debemos cambiar a la línea JR Yamanote hasta la estación de Shinjuku.

La estación de Shinjuku es la más concurrida del mundo con tres millones y medio de pasajeros por día. Sus calles atestadas de gente que va y viene con un ritmo uniforme, parecen soldaditos o robots. Lo más insólito es que a pesar de las multitudes en movimiento constante sentimos seguridad al transitar entre ellos, porque no van a atropellarnos ni empujarnos en su andar.

Shinjuku es el distrito empresarial más importante de Tokio y su compleja estación de trenes y metros está rodeada de tiendas de electrónica como Yamada Denki, Bic Camera y Yodobashi Camera.

Las luces de neón y edificios totalmente impregnados de publicidad al mejor estilo de la web nos dejan encandilados y hasta perdemos la noción del día y la noche con tanta iluminación en cada rincón.

Muy cerca de la estación ya tenemos: numerosos restaurantes, bares temáticos, casas de Karaoke, tiendas gigantes, edificios con miradores, esculturas monumentales al aire libre y museos.

La escultura LOVE, famosa imagen de pop art del artista estadounidense Robert Indiana también está en Japón, en el distrito financiero de Nishi-Shinjuku, muy cerca está el edificio educativo. Aquí mismo tres universidades imparten sus clases y tiene 50 pisos. Su nombre es Mode Gakuen Kokun Tower, es bellísimo, puede verse desde lejos y a mí, me servía de guía para no perderme, cuando salía a recorrer las calles de Shinjuku.

Tuve la oportunidad de filmar unos minutos a una artista callejera, mientras interpretaba una hermosa canción, detrás suyo se ve el edificio. 

Shinjuku es como una “mamushka” porque dentro de su distrito se encuentra Shin-okubo, la comunidad coreana más grande y activa comercialmente, también con sus restaurantes, tiendas, karaokes y toda clase de ocio para el turista.

No sólo los turistas se divierten, los mismos japoneses buscan distenderse después de una ardua jornada laboral.

En Kabukicho no debemos ir solos, es la zona roja de Shinjuku. Advertiremos su entrada, una puerta gigante que va de calle a calle, iluminada, muy bien señalada para los turistas y los mismos japoneses.

Si vamos en tour, mejor que no nos separemos, porque perderse en sus calles causa un poco de temor, a pesar de la seguridad imperante en Japón. Entre sus callejuelas están los “love hotels”, y negocios con artículos para adultos.

En dicha zona, el Robot Restaurante es uno de los más famosos por su increíble espectáculo.

Bailarines con cuerpos iluminados danzarán hasta el cansancio, al compás de una música muy estridente y sin pausa. Acompañados también por rayos láser y toda la tecnología imperante en nuestro siglo. ¿La cena? Bueno dependerá de quien pueda degustar una comida con tanto ruido y láser.

En Kabukicho se encuentra el edificio Shinjuku Toho y se destaca por la cabeza de Godzilla de 12 metros en su terraza exterior del 8vo piso. Es un complejo que cuenta con hotel, restaurantes y una sala multi-cine con 12 pantallas.

A pocos minutos de la salida Este de la estación de Shinjuku y en un extremo del barrio rojo se encuentra Golden Gai. Las edificaciones son muy bajas y apenas de dos plantas. Una zona de seis callejones muy estrechos, con pubs y también Izakayas. Son tabernas japonesas tradicionales, típicas de los años ‘50, tan pequeñitas que apenas si entran cinco clientes en sus mesas.

La gran mayoría están decoradas con posters de música o películas, tanto actuales como del pasado. Estos bares son frecuentados por artistas y a pesar de su aspecto destartalado no son nada económicos.

Pero no se preocupen porque hay más de 300 locales y, con un poco de paciencia, pueden conseguir lugar para degustar los yakitoris, brochettes de pollo, carnes o verduras.

Pero cuidado! porque también hay extraños ingredientes, no muy populares, entre los occidentales. Por lo tanto recomiendo ver muy bien el menú antes de pedir la cena.

Para tomar serán invitados a probar un sake artesanal o whisky japonés.

Lo increíble es encontrar en dicha zona un santuario de mediados del siglo XVII, llamado Hanazono, dedicado a Inari, deidad de la fertilidad. Muy importante para los dueños de los locales aledaños, quienes le piden éxito para sus negocios que normalmente abren a las 20 horas cada día - menos los domingo s- para cerrar en la madrugada.

Recuerden este nombre, el callejón: Omoide Yokocho, o “callejón de los recuerdos”. En la salida oeste de la estación de Shinjuku, es la más visitada para cenar o tomar una copa en cualquiera de las 70 Izakayas.

Nunca falta la naturaleza en cada barrio, las grandes moles de cemento siempre están rodeadas de inmensos parques.

Las cuatro estaciones son maravillosas para visitar Japón ya que cada una tiene su encanto y una gran cantidad de festivales, en verano, otoño, invierno y primavera.

En Shinjuku se puede recorrer el Jardín Nacional, el Shinjuku Gyoen, el parque central de Shinjuku, el parque Toyama, el Shirogane, el Otomeyama, el Yotsuyamitsuke, entre otros. Al principio estos nombres en japonés nos preocupan, pero con el tiempo pasarán a ser familiares.

Hasta la próxima! muy pronto, otro relato sobre Japón.

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