Cuento: "La Carta" • Autora Marisa Suero
Cuento: "La Carta" • Autora Marisa Suero
Cuento: "La Carta" • Autora Marisa Suero
Marisa Suero ha destacado su trabajo en la participación de los Talleres Literarios de la Agrupación Literaria Argentina.
Marisa se desempeña desde hace años, no sólo en su desarrollo literario, sino también como decodificadora biológica y aromaterapeuta.
Ha publicado entro otros:
Aída Pini, Sociedad Argentina de Escritores. Micro relato. Colección 90°
Aniversario. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Prosa y Poesía Amerian Editores,2018.
Luengo, Lorenzo José. IX Concurso Literario de Poesías y Relatos de Inmigrantes. Junín: De Las Tres Lagunas,2018.
Publicación en Colección 90° Aniversario. Sociedad Argentina de escritores, por los micro relatos “Teorema del Pétalo”, ”Vendaval” ,”Thot”. 8 de noviembre de 2018.
Mención de honor en “IX Concurso Literario de Poesías y Relatos de Inmigrantes” Sociedad Italiana de San Pedro, por relato “Simplemente, una nuez”.13 de julio de 2018.
Participación en el Ciclo Cultural “ Cita con la Palabra", Feria del Libro. Mar del Plata, Buenos Aires, 14 de octubre de 2019.
Premio Nacional Cadena Mundial para la Paz(escritora).Mar del Plata, Buenos Aires,8 de octubre de 2019.(Programa Internacional Escuelas Hermanadas)
Exposición sobre “ El Arco y la lira” de Octavio Paz en el marco del XLVI SIMPOSIO INTERNACIONAL DE LITERATURA - ARGENTINA “TEXTOS Y DISCURSIVIDADES”.INSTITUTO LITERARIO Y CULTURAL HISPÁNICO.-SADE (Sociedad Argentina de Escritores – Leopoldo Lugones) - Uruguay 1371 -.Sala “Leopoldo Marechal” - Primer Piso.CABA,6 de diciembre de 2019.
Diplomatura en Teoría y Producción Literaria, SADE, Buenos Aires, 6 de diciembre de 2019.
Seminario de Narrativa -Instituto Literario y Cultural Hispánico. Diciembre 2020.
Nivel I:Escribe Tu Cuento: De Borges a Sacheri. Agrupación Literaria Argentina, Buenos Aires,26 de diciembre de 2021.
Les compartimos el cuento que ha sido destacado con la publicación en nuestra revista TP&GO! Magazine Digital
por Marisa Suero
Sobre la mesa una hoja de papel reciclado. En su casi transparencia flotan pétalos secos de colores sepia. Se puede escribir en él.
Dika amasa la pasta, mezcla las flores con aceite esencial, unas gotas exactas con las que logra un aroma especial. Es el sello marcado a fuego de su artesanía. Con ella viaja su silencio, su delgadez y el largo cabello azabache de gitana del sudeste de Buenos Aires. Ella ha trepado las colinas de su familia aferrada de la cresta de caballos fuertes y salvajes.
Marcos, alto, enérgico, algo torpe. Porta su piel cobre con el orgullo dorado del mar. Ojos negros con pizca de engaño y picardía que se achican ante una mentira para luego asombrarse ante grandes verdades.
Entre ellos dos, una brisa. ¿Cómo describir el amor que trasciende la Tierra y su tiempo lineal?
Cada tarde llega Dika envuelta en cítrico. Él la espera luego de su jornada con ansiedad.
Mientras comparten una merienda no deja de mirarla absorto para estar luego, abrazados por horas en el descubrimiento del uno por el otro.
Cada tarde, al irse, ella deja sobre la mesa su carta perfumada de pétalos delicados.
Envejece el tiempo que tiñe de ocres las almas con inexplicable tristeza.
Marcos ya no es el mismo. Levanta la voz sin rastro de ternuras conocidas. Respuestas bruscas y furiosas desembocan, a veces en llantos y dramáticos infantilismos. Celos. Dika lucha con esa alternancia de emociones que no comprende. Abrazo, golpe. Aun así, guarda ganas de quedarse. Toma su cabello en un rodete y deja, casi vencida su carta de amor perfumada sobre la mesa, ya con otras tonalidades.
Envejece el tiempo que tiñe de ocres las almas con inexplicable tristeza.
Una noche de verano, mientras conversaban sobre lo sucedido en el día, Dika sintió temor. Su instinto gitano llegó tarde. Marcos la tomó por los brazos y comenzó a sacudirla con ojos enajenados de bronca. Descontrol. Golpes y lágrimas. La supervivencia desgarró a la debilidad, lo empujó con todas sus fuerzas y corrió un enorme olor nauseabundo de terror. Al llegar a su casa se dejó abrazar por ese té caliente y un baño de sales. Se debatía entre el amor y la oscuridad que nacía de ser más visceral.
Envejece el tiempo que tiñe de ocres las almas con inexplicable tristeza.
Marcos, diente de león, con perdones y rosas. Dika, ensombrecida y apática. Sin embargo, el amor conoce de altibajos y allí estaba ella, otra vez, inmersa en la piel embrujada por el atardecer con promesas y cartas sobre el mantel. El reloj marcaba su ritmo. Un viernes, Dika diseñaba sobre un papel y sobre su mente un espectro de arco iris y turquesas en su máxima expresión de creatividad cuando lo vio llegar. No comprendía las palabras que brotaban de sus labios. Se acercó despacio, desenredó su trenza oscura. Ella pudo ver el brillo de la tijera
antes de cortar su cabello. Otra vez la oscuridad. Corre, siempre corre con la certeza que no puede alcanzarla.
Ya no hay prados, soles y flores. Solo el dolor de la más profunda de las heridas.
Existe un poder, una sabiduría ancestral que asoma en reflejos para un día explotar sin que estemos preparados y quizás, en una de esas noches donde el insomnio se disfraza y viaja, Dika creó algo más y su artesanía perdió la luz de lo sublime. Separó cada semilla de manzana. Ella sabe que en su interior guardan la vida y el veneno de la muerte.
Envejece el tiempo que tiñe de ocres las almas con inexplicable tristeza.
En el nuevo día, comienza el proceso. Prepara la licuadora, corta el papel en tiras para elaborar la pulpa con poca cantidad de agua, estira el molde, da la forma de la hoja bien estirada en la prensa y completa el secado. Cuida muy bien de verter el líquido preciado. No hay error.
Envejece el tiempo que tiñe de ocres las almas con inexplicable tristeza.
Cada tarde, Marcos llega a su refugio. La primera vez le sorprendió encontrar sobre el mantel esa carta. La abrió desesperado. Sabe que perdió a la gitana, pero, aun así, la ilusión hace una reverencia. Le tiemblan las manos al abrirla. No hay nada escrito en esa textura que tanto conoce, solo ha cambiado el olor. Se suman los crepúsculos y las cartas sin letras en un camino oscuro entrelazado sin final y en silencio.
Un perro vagabundo con sus huesos de hambre a cuestas, olfatea y arremete sobre una puerta semiabierta. En el piso se encuentra sin vida una piel joven de cobre y sal.
Sobre la mesa una carta. Su papel destila semillas aplastadas del veneno más sutil y letal.