Sobre la Autora

Mirta Grimaldi se ha destacado por su trabajo en la participación de los Talleres Literarios de la Agrupación Literaria Argentina. 

Ella nació en Buenos Aires, ciudad donde obtuvo grados de Licenciada y Profesora en la Universidad de Buenos Aires. Ha completado estudios técnicos en la Universidad de Morón. Como logro ha obtenido un Doctorado de Investigación de la UBA con la máxima calificación y ha sido docente universitaria en Universidades de Gestión Privada durante muchos años. Ha realizado además tareas administrativas hasta la actualidad. 

Pero, en realidad, se especializa en no especializarse nunca, sino en abarcar muchas inquietudes y no dejar de alimentar una permanente curiosidad cultural, intelectual y práctica. 

Los campos en que se ha interesado son diversos, entre ellos: biomedicina, filosofía, estudio y tasación de antigüedades, fotografía, música, idiomas, jardinería, artesanía con productos textiles antiguos..

En relación a la literatura, Mirta Grimaldi ha publicado un libro de reflexiones filosóficas sobre la ciencia escrito en colaboración con el Dr Stchigel : “ El Logos de la vida” y ha recopilado a lo largo de su vida escritos en prosa y en verso que no fueron publicados aun. textos, tanto de prosa como de verso. Es gran lectora y coleccionista de libros

También es emprendedora, ya que comparte con Maite González, en sociedad, el proyecto Puntillosas (Instagram: @puntillosas_ ), dedicado al descubrimiento, puesta en valor, intervención y venta de bellas piezas textiles únicas y antiguas que atesoran historia de nuestras madres y abuelas. 

Sobre la Imagen de Portada

Amalia Stchigel es una joven promesa argentina en lo que a diseño gráfico y arte respecta.

Sus jóvenes 18 años la encuentran con la carrera de Diseño Multimedial en curso.

Mientras tanto, además de mantener su compromiso con su pasión, que se centra en el dibujo, la pintura y el diseño digitales, desarrolla su arte con afán perfeccionista y lo difunde a través de presentaciones colectivas como la Muestra realizada a inicios de este año en El Mercadillo de Colegiales o participando en Convocatorias en redes sociales como la de Plataforma Juvenil Internacional.

Destacamos su ingenio y creatividad, ante la propuesta de ilustrar el cuento de la autora.

Para incentivar su carrera, ponemos a disposición su contacto, dado que realiza trabajos de arte digital a pedido.

Les compartimos el cuento que ha sido destacado con la publicación en nuestra revista TP&GO! Magazine Digital. 

El mismo remite al sentimiento vivencial de angustia que nos invade a todos en medio de esta pandemia. 

Contacto de Amalia: Instagram: @iluminantria

Les compartimos el cuento que ha sido destacado con la publicación en nuestra revista TP&GO! Magazine Digital

¿Quién fui realmente? Me pregunto mientras procuro una bocanada de aire que no llega a mis pulmones. Tantos personajes cubiertos de blanco de pies a cabeza como astronautas van y vienen afanándose inútilmente sobre mi cuerpo exangüe.

Arriba, reflectores que nunca se apagan. A mi alrededor, máquinas. Me siento tan débil, pero si cierro los ojos y hago un esfuerzo creo recordar que sólo fui una pobre mujer abandonada con dos hijos para alimentar y sin un billete, que por despecho se empeñó en lograr que de a poco sus hijos vayan odiando minuciosamente a su padre. Qué será de ellos ahora.

Me he ido amargando a puro rictus en la cara, tanto que ya no soy inmune a nada, y este virus…ya se sabe.  

Pero, ¿quién fui realmente? Entra ahora una leve rendija de luz en mi calabozo que me hace abrir los ojos, me han dejado morir de hambre como castigo. No niego que fui yo que me vine del monte arriando con dificultad esa hacienda perdida. Un ganado que supuse cimarrón mientras soñaba en poder brindarles a mis gurises y a mi china por fin unos buenos asados, por siempre vedados a mi bolsillo de peón de campo. Pero la audacia la pagué cara, porque el comisario del pueblo me esperaba paciente al llegar a mi rancho. Morir de hambre por esto. Que injusticia. Yo no quería robar.

Ay, no tengo más tiempo de pensar en eso. Me lancé boca arriba sobre las vías, siento gritos pero ya es tarde, no hay tiempo para darme vuelta y correr, el tren está muy cerca. Tampoco hay voluntad ni siquiera para pensar. Estoy confundida, pero sospecho que peor es la deshonra de mi familia acomodada, el qué dirán. Maldito aquel sirviente criado que llegó a decir, si mal no recuerdo, que jamás se haría cargo del niño.   

La verdad que no sé quién era antes de estar aquí derrumbándome en un pobre escenario de un teatro de provincias, con un dolor terrible en el pecho delante de un puñado de viejos nostálgicos, mientras las luces se apagan. Quizás era ese tipo ya grande, ya sin voz, ya sin ganas, ya sin fama, que empinaba la botella detrás de la escena para poder salir una vez más a cantar tangos y algún que otro bolero. Pero no lo sé. 

Alrededor de mi cama no hay nadie ahora. Debe ser mi debilidad la que me hace delirar. Me han dejado en esta pensión de mala muerte porque en el hospital ya no hay nada que hacer. Me siento fea, la enfermedad me ha transformado en un monstruo, justo a mí, la que siempre algún hombre elegía antes que a las demás. Tengo manchas en todo el cuerpo y no me puedo levantar. Una compañera travesti me visita todos los días. En realidad no sé si es una de nosotras. Así me parece, por cómo se viste y se maquilla. ¿Yo habré sido una de ellas? Quizás este morirse en vida sea la peste rosa. Se habla mucho de esto entre nosotras. Para el resto de la sociedad es tabú. 

No, me confundo, quién sabe de eso aún si estoy temblando frente a un pelotón de fusilamiento. Ya no puedo pensar pero me parece que este fin se lo debo a mi compromiso político por mi amada Patria. Nos amotinamos, sí, tal vez, con tantos compañeros mal pertrechados que salieron como yo, sólo armados con su coraje, en pos de la justicia. Grito que tengan piedad pero igual ya han levantado sus fusiles. 

El terror me nubla la mente, el ruido es ensordecedor, las aspas del helicóptero se han enredado en unos cables. ¿Es posible dejar atrás así, de esta manera absurda una carrera exitosa de ejecutivo? ¿Tanto prestigio duramente conquistado tirado a la basura? ¿Quién se hará cargo de todas las empresas que seguramente tengo? Si mi hijo es un idiota, un drogadicto incurable, mi socio un hipócrita traidor que seguro se quedará con mi mujer ¿Morir yo? ¡No es posible!

Uff.. parece que por fin se acabaron estas malditas alucinaciones. Creí que mi mente iba a estallar. Ahora la luz es tenue, pacificadora y el silencio perfecto. Y recuerdo de golpe que Borges una vez escribió que cualquier destino consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es. Suspiro, sonrío y entiendo que quizás me estoy tomando demasiado a pecho las frases literarias. No lo haré más, lo prometo. 

Sin embargo siento una tensión en el aire muy extraña. De repente, suena la activación de los gatillos y alcanzo a escuchar los dos primeros tiros y mientras me derrumbo sobre el escenario infartado, me va anocheciendo la mente de a poco, como la luz entre los barrotes de la ventanita de mi celda, el humo adentro de los restos de la aeronave me ahoga y el tren me arrolla sin remedio. A medida que cierro los ojos definitivamente escucho a alguien decir: “Maldita enfermedad incurable”.